lunes, 19 de marzo de 2012

Ciberespacio, nueva forma de mirar el presente



“Un mundo virtual para la inteligencia colectiva puede estar también tan cargado de cultura, de belleza, de espíritu y de saber como un templo griego, una catedral gótica, un palacio florentino, la enciclopedia de Diderot y d’Alambert o la constitución de Estados Unidos”. (Lévy, 2004, pág 3).

Tomada de Madridmasd blog
El ciberespacio es un nuevo medio de comunicación y de pensamiento que explora nuevas formas de lenguaje, de relación social y de conocimiento.

La explicación que da Pierre Lévy al ciberespacio de William Gibson llamó mi atención. El escritor de ciencia ficción estadounidense se refirió a él término en su novela “Neuromancer” en 1984, según lo cita Lévy, así: “el universo de las redes numéricas como lugar de encuentros y de aventuras, meollo de conflictos mundiales, nueva frontera económica y cultural”.

¿Por qué llamó mi atención? Porque, el mundo virtual en el que nos movemos en la actualidad no es más que esto, un intercambio de sentimientos, pensamientos y situaciones; de maneras de relacionarse, un espacio en donde se acortan las distancias y un medio por donde circulan acontecimientos políticos, económicos y culturales.




Las nuevas formas de conocimiento y de relación que el autor sugiere no se limitan a una lista, puesto que son muchas las formas que se han creado para interactuar en este nuevo mundo. Los videojuegos, las herramientas que permiten trabajar en grupo, la vida artificial, programas neuromiméticos, el hipertexto, etc (Lévy, 2004, pág 3). 

Somos seres hipertextuales. La información que circula por este medio es imparable, ilimitada e interconectada. No solo podemos leer, también podemos publicar, interactuar y relacionarnos con personas que se encuentran a kilómetros de nosotros, algo inimaginable hace unos 30 años.  Este mundo “lleva consigo maneras de percibir, de sentir, de recordarse, de trabajar, de jugar y de estar juntos. Es una arquitectura de interior, un sistema inacabado de los equipamientos colectivos de la inteligencia, una ciudad giratoria con techos de signos”(Lévy,2004, pág 4) 

Tomada de  www.libros.org.es
El ciberespacio supone desplazar otras formas de comunicación. Pero en mi percepción no del todo es así. Por ejemplo, la cuestión de la desaparición de los libros impresos por los digitales. A mi modo de ver, esto no es tan sencillo, pues así el mundo virtual avance cada día, ofreciéndonos nuevas formas de ver y percibir las cosas, lo impreso sigue vigente para aquel que busque comodidad al leer.  Pero claro está, mientras más interactivo sean las cosas más nos llaman la atención, entonces posiblemente en las generaciones venideras será más atractivo estas nuevas formas de leer que las clásicas.

Pierre Lévy  apela a la situación que en este momento está en cuestión, el autor y la obra. Antes el autor, el artista creaban su obra, los espectadores eran observadores de aquella creación. El sistema funcionaba así: emisor-mensaje-receptor. Ahora, el sistema se encuentra abierto, estableciendo nuevas formas de comunicación y creación.  Abierto en el sentido de la interacción. “Se traerán sus manifestaciones a momentos, a lugares, a dinámicas colectivas, pero no más a personas. Es un arte sin firma” (Lévy, 2004, pág. 6).

Ese colectivo creador sin firma construye, imagina, explora, transforma poco a poco el lenguaje sin darse cuenta, sin saberlo, sin siquiera imaginarlo. La interactividad facilita hacerlo. En un ciberespacio donde no existen fronteras. Percibimos,  interpretamos, aceptamos y difundimos contenidos ¿de quién? No se sabe. 

Sin duda alguna  “el humano va inmediatamente más allá de todo nicho, el humano vive en una Tierra que él elabora y reelabora constantemente con sus lenguajes, sus instrumentos y edificios sociales complicados y sutiles donde no deja de implicar al cosmos” (Lévy, 2004, pág 10).

Una serie de transformaciones que van construyendo historia, dejando huella y reformando el mundo. Pero que no solo son físicas sino también, como define el autor este campo, de espacios afectivos (espacios de significación), que se crean con la interacción con el otro (Lévy, 2004, pág 16).

Y una vez establecidas esas relaciones con el otro, consigo mismo, con el lenguaje y el cosmos se genera un espacio de conocimiento y aprendizaje.

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